Teslem, Dehba y Jadija trabajan en una piscifactoría en los campamentos refugiados de Tinduf; en la hammada, el desierto de los desiertos. Lo que a priori parece un oxímoron se nos descubre como real en “Solo son peces”, un documental que ha alcanzado la cúspide del cine español con su nominación a los Goya en la categoría de mejor cortometraje documental. Aunque las directoras Paula Iglesias y Ana Serna no pudieron alzarse con el premio su obra ha logrado una crítica casi unánime: profunda y conmovedora. Así es este corto, fiel reflejo de los esfuerzos del pueblo saharaui por seguir adelante tras cuarenta años de ocupación y refugio. Ya no tienen mar, pero sí peces.
Voz Saharaui: Vuestro corto se acerca a la realidad del pueblo saharaui en un momento excepcional ¿De dónde nace vuestra solidaridad con el pueblo saharaui y qué os empuja a este proyecto?
Paula Iglesias: Nuestra conexión con el pueblo saharaui nace de una implicación política con la realidad local, a través de la deuda histórica y también de que tenemos personas cercanas que han estado muy unidas con esta lucha a través de acogidas o de viajes a los campamentos para colaborar con ayuda humanitaria. De todas formas, nuestro primer contacto con la realidad saharaui de una forma más directa fue a través de la propuesta que nos llegó de la asociación de Amigos y Amigas de la RASD de Araba para hacer este documental y fue entonces cuando viajamos a los campamentos y pudimos conocer de cerca la realidad.
V.S.: De entre todos los aspectos posibles, ¿por qué escogisteis las piscifactorías para hablar sobre el Sáhara?
P.I.: Escogimos la piscifactoría porque Amigos y Amigas de la RASD nos habían dado la premisa de que teníamos que tratar el tema de la gestión del agua en los campamentos. Entonces, nosotros también teníamos la preocupación de que nos gustaría hablar sobre las personas jóvenes que se iban desde los campamentos que luego volvían retornando ese conocimiento y lo aplicaban para mejorar las condiciones de las personas que seguían allí. Cuando escuchamos hablar sobre el proyecto de la piscifactoría nos parecía un tema revolucionario y que iba a traer muchas mejoras. Entonces vimos claro que era ahí donde queríamos poner nuestro foco.
V.S.: ¿Cómo fue el rodaje y qué experiencia os llevasteis de vuestra estancia en los campamentos?
P.I.: En un primer viaje encontramos el tema, lo localizamos, pero también conocimos a la escuela de formación audiovisual Abidin Kaid Saleh, con la que colaboramos para poder llevar a cabo este corto. La verdad es que fue una pieza clave para nosotras porque con ellos conseguimos no solamente un equipo de trabajo excepcional, sino también como un acercamiento a la realidad local y una bisagra con la que poder hacer esa parte de interpretación, no solamente lingüística, sino también cultural. Gracias a esta colaboración pudimos grabarlo en un plazo excepcional, creo que de 7 días de rodaje. Gracias a Mahayub, Sidi, Brahim y Agmed pudimos conseguirlo, quiero aprovechar para agradecerles su papel.
V.S.: La cultura es una herramienta de comunicación y concienciación fundamental. En España hay siempre un importante apoyo del mundo de la cultura a la causa saharaui. ¿Consideráis suficiente este apoyo para visibilizar la situación del Sáhara y denunciar su situación?
P.I.: El mundo de la cultura siempre ha estado vinculado con la causa saharaui y yo creo que eso es algo que repercute positivamente. De todas formas, hasta que no haya una implicación política real y no se tomen decisiones que permitan que haya un proceso de autodeterminación o se dejen de firmar acuerdos como los de pesca con Marruecos, de los que se habla en el documental, no podremos ver cambios reales. Entonces, la cultura sí que puede tener un papel, pero al final la clave está en otros espacios; lo que pasa es que con relatos se pueden remover conciencias de alguna forma y el cine, de hecho, sí que es una herramienta muy potente.
V.S.: Tras todo el proceso de rodaje y promoción llega el boom, una nominación a los Goya, el máximo reconocimiento del cine español ¿Qué repercusión ha tenido sobre vosotras la nominación? ¿Cómo lo habéis vivido?
P.I.: Cuando nos llegó la precandidatura a los Goya para nosotros fue una sensación un poco agridulce, ya que llegó en el momento de la vuelta a la guerra entre el Sáhara y Marruecos. Tras ese “golpe”, pensamos que era una gran oportunidad utilizar esta capacidad de incidencia que teníamos para llegar lo más lejos posible con este tema. Ha sido un camino súper bonito con una gran acogida tanto del tema, como del proyecto. Aunque no hayamos llevado el cabezón a los campamentos, si que hemos conseguido hacer un poco de ruido, y que por un momento el Sáhara haya despertado en las cabezas de algunas personas.