Casi medio siglo y las mujeres saharauis siguen organizando y protagonizando la resistencia en la última colonia en África: la República Árabe Saharaui Democrática (Sáhara Occidental). En los años de guerra y lucha por la supervivencia, tras el abandono de España y la posterior invasión marroquí, las mujeres saharauis sentaron las bases de las instituciones de la República Árabe Saharaui Democrática que se proclamó en el exilio, en una de las regiones más inhóspitas del planeta. Pese de las difíciles condiciones, hoy, cuatro décadas después, han logrado consolidar una de las sociedades árabes y musulmanas más progresistas desde el punto de vista de la igualdad de género.
La doble lucha de las mujeres saharauis por sus derechos a partir de la perspectiva feminista no se puede disociar de la incansable contienda nacional por la libertad y autodeterminación del pueblo saharaui en su conjunto. Para las mujeres saharauis libertad es territorio, es soberanía, es retorno de refugiados, es justicia, es el fin del yugo colonial y de una ocupación militar que Marruecos impuso al pueblo saharaui desde 1975, tras el abandono de España.
En unas efemérides tan importantes a nivel nacional e internacional como el 45 aniversario de la República Árabe Saharaui Democrática y el día internacional de la Mujer, hablar de las mujeres saharauis siempre nos lleva a escenarios ligados a su esencia como pueblo, el pueblo saharaui, que sobrevive desde hace 45 años en campamentos de refugiados dependiendo de la ayuda humanitaria -cuando es dueño de un territorio fecundo en recursos naturales-, y desterrado en la más inhóspita región del desierto argelino. Nos viene a la mente, cómo no, la MINURSO, una misión de la ONU con ojos vendados frente a las más graves violaciones de los derechos humanos cometidas por las fuerzas policiales marroquíes en los territorios ocupados del Sáhara Occidental, especialmente contra mujeres y activistas saharauis. Una Misión que cumple tres décadas sin cumplir su cometido principal: la celebración de un referéndum en el que el pueblo saharaui exprese su voluntad de ser libre e independiente o integrarse en Marruecos. Es preciso mencionar la grave inacción de la comunidad internacional, cómplice de consentir la ocupación ilegal marroquí, que viola su espíritu y letra, y la convivencia pacífica de los pueblos y naciones del mundo. Con todos estos temas se relaciona a las mujeres saharauis, pero eso no es óbice para que ellas tengan su propio pedestal en este escenario y brillen por méritos propios como mujeres en resistencia, mujeres que luchan por la libertad y construyen la paz en cada acción que llevan a cabo a ambos lados del muro, ese muro construido por Marruecos que divide un pueblo y una nación. Ellas son mujeres de la República Árabe Saharaui Democrática.
Por ello, afirmamos que la lucha de las mujeres saharauis, esas que construyen, educan, alzan la voz en los foros internacionales y, sobre todo, esas que levantan la bandera saharaui frente al ocupante e invasor régimen marroquí son mujeres de bandera. Son protagonistas de un ejemplo de lucha y dignidad donde las tradiciones y la cultura se convierten en aliadas para unas mujeres orgullosas de sus raíces, que fusionan África con el mundo árabe, musulmán y hispanoparlante.
Por eso, con ocasión de estas dos efemérides tan significativas en la historia contemporánea del pueblo saharaui, quiero decir de forma clara que al analizar la historia de nuestra lucha como mujeres, hay que destacar con mayúsculas el rol de las mujeres luchadoras por la autodeterminación y por la consolidación de los derechos, al contrario de lo que puedan sugerir los referentes occidentales e islamofóbicos. Somos nosotras las protagonistas de una historia, configurada como una de las más singulares experiencias de resistencia en el mundo árabe y musulmán, pero también en el mundo en general, que merece ser destacada.
“Para las mujeres saharauis libertad es territorio, es soberanía, es retorno de refugiados, es justicia, es el fin del yugo colonial y fin de una ocupación militar que Marruecos impuso al pueblo saharaui”
En respuesta a la percepción de que la participación de las mujeres saharauis se plasma más que nada en los discursos nacionalistas saharauis y que dista de una existencia en clave de género, mi respuesta es que de algún modo, la mujer y sus derechos se convierten en emblema de la lucha de liberación nacional saharaui del Frente Polisario; pero no es menos cierto que la presencia de las mujeres no es un simbolismo anclado a una participación política momentánea, no, su presencia hunde sus raíces en la singularidad que caracteriza a la sociedad saharaui precolonial, una participación real, concreta y masiva de las mujeres saharauis en el proceso revolucionario y que perdura hasta hoy, precisamente, por la idiosincrasia social y cultural de un pueblo que se ha forjado en resistencia desde tiempos inmemoriales.
La participación de las mujeres saharauis, de este modo, ha cuestionado los planteamientos y percepciones clásicas que sobre nacionalismos y género se han elaborado o se han estandarizado para las mujeres árabes y musulmanas –y su papel subordinado. Pero las mujeres saharauis, con su participación social y política han desarrollado plataformas con las que han logrado romper moldes e invalidar estas tesis.
En este sentido, la interacción entre lucha de liberación y género en el caso saharaui, es interpretada como positiva para las mujeres en la medida que nos ha permitido participar de una plataforma de defensa de la opresión colonial y, al mismo tiempo, crear las bases de una verdadera emancipación desde una perspectiva de género en una condiciones excepcionales. Todo ello considerando una situación de ocupación de extrema violencia -que se ejerce por el ocupante marroquí en los territorios ocupados del Sáhara Occidental, especialmente contra las mujeres en primera línea de resistencia-, y un exilio prolongado que dura ya más de 45 años y que ralentiza los proyectos colectivos e individuales de las mujeres saharauis y del pueblo saharaui en su conjunto.
Sin embargo, como pueblo en Resistencia contra la ocupación marroquí, una ocupación extranjera, el hecho de que las mujeres saharauis mantengamos como prioridad la liberación del territorio no quita valor, en absoluto , a la lucha feminista de las mujeres saharauis. Al contrario, nos permite comprender cómo las tradiciones saharauis transformadas en contextos históricos y políticos excepcionales y específicos, lejos de poner en riesgo los derechos de las mujeres, más bien, los garantizan desde el proyecto de futuro que, atendiendo a nuestra propia realidad y pluralismo histórico hemos ayudado a forjar con la constitución de la RASD.
Pero para no cerrar el paso a nuevos retos y avances, quiero reivindicar también mayores cotas de presencia y poder para las mujeres saharauis, no sólo en los discursos, que nos adjudican una posición destacada en las estructuras políticas del movimiento de liberación saharaui (POLISARIO) y en el gobierno de la RASD, sino en la toma de decisiones políticas y estratégicas que respondan a la dimensión de la encomienda que ganaron las mujeres saharauis con su empeño, ahínco y tesón. Porque las mujeres saharauis son mujeres de bandera, un ejemplo de lucha y dignidad . Mujeres de la República Saharaui.